COMO VIVÍ MI NIÑEZ



Nací en un pueblecito de Alicante llamado XIXONA  (Jijona en castellano),  conocido hoy en día por el típico dulce que no puede faltar en navidades, el turrón.

Vengo de una familia que era humilde, éramos dos hermanos y yo era la pequeña. Mi padre, natural del mismo pueblo, trabajaba de jornalero; mi madre, de un pueblecito de Albacete,  trabajaba en una fábrica de turrón .

Vivíamos en un tercer piso, que es donde nací yo, la entrada del pueblo en una casa señorial. ¡No os confundáis!, que nosotros éramos los inquilinos de las habitaciones que quedaban vacías, pues la habitación se componía: a la entrada teníamos una habitación de matrimonio con una cama pequeña, en la que yo dormía, y una alcoba separada por una cortina donde dormía mi hermano. Teníamos unos cuantos muebles, el suelo era de tierra, había un balconcito por el que te asomabas y se veía la entrada del pueblo. Separado por un pasillo teníamos la cocina de leña, una despensa y una pileta en la que  lavábamos los cacharros, la ropa y, como buenamente podíamos, no aseábamos toda la familia. El aseo era comunitario y lo usábamos tres o cuatro familias que también estaban de alquiler.

A la fuerza nos hicimos vegetarianos pues no podíamos permitirnos el lujo de comer ni carne ni pescado, solo lo comíamos en domingo o algunas fiestas. Todas las noches se cenaba la hortaliza que buenamente le daban a mi padre cuando terminaba su jornada, que era de las seis de la mañana hasta el anochecer. Mi madre también se pasaba todo el día trabajando y nuestros padres no tenían tiempo de estar con nosotros.

Yo, a los cinco años, enfermé del tifus. Los médicos les dijeron a mis padres que era debido a la mala  alimentación. Como ya les comenté al principio,  por las tardes  nos alimentábamos de rebanadas de pan, azúcar con vino y algunas veces rebanada con leche condensada y la onza de chocolate que a veces quedaba.

ROSA LLINARES

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